viernes, 1 de abril de 2022

Mi Partido Histórico: por Ángel Sabroso (Árbitro)

Final del Campeonato del Mundo - Suecia-2011
Francia-Dinamarca (31-31) 37-35 (Malmö, 30.01.2011)


Hoy os traemos al Blog uno de los artículos más fáciles de conseguir, ante nuestra petición la predisposición de Ángel Sabroso ha sido rápida y su respuesta eficaz, como aquellas decisiones que junto a su compañero Óscar Raluy, tomaban en el 40x20 durante su larga trayectoria en el mundo del Balonmano, por eso llegaron donde llegaron.

A lo largo de 31 años de arbitraje son innumerables los partidos de alto nivel que ha dirigido, en España ha pitado todo tipo de finales y grandes encuentros, y en el extranjero tiene un palmarés envidiable que podría haber sido mayor, de no haberse encontrado en el camino con los equipos españoles, pero es el sacrificado pago que los árbitros tienen que aceptar en el mundo del deporte.

Ahora ya retirado, su saber hacer lo traslada a las nuevas generaciones de árbitros desde el Comité Técnico Arbitral de la Real Federación Española de Balonmano; el balonmano le tiene que agradecer que esté ahí, estaba claro que sus conocimientos no se podían perder.

Muchas gracias Ángel por tu colaboración y por elegir ese partido que todo buen aficionado al Balonmano recuerda, el compendio de valores que aquel encuentro nos ofreció lo resume a la perfección en su artículo. Muchas gracias de nuevo por formar parte, con él, de nuestro Blog. Un fuerte abrazo. @PartHistBM


Empecé a arbitrar balonmano en el año 1990 y mi último partido fue en julio de 2021, en los JJOO de Tokio, ya con 43 años, por lo que elegir uno de los cientos de partidos que he tenido la suerte de arbitrar en esos 31 años no es tarea nada sencilla. Muchos me vinieron rápidamente a la memoria en cuanto me propusieron esta elección, encuentros de todas las categorías y en todas las etapas formativas por las que pasé. Partidos infantiles en Gran Canaria que aún recuerdo, como mi primer partido, en una cancha del barrio de Escaleritas en Las Palmas de Gran Canaria, mi ciudad, que arbitré cuando tenía solo 12 años; o el debut en categoría territorial, que estaba en la grada sin tener aún 17 años y, por ausencia de un compañero de Tenerife cuyo vuelo no pudo salir, los equipos aceptaron que lo arbitrara yo. Los campeonatos de selecciones territoriales cadetes y juveniles cada mes de enero de cada año, sin fiestas de Reyes, ni fines de año, pero que me enamoraron aún más de esta actividad. Recuerdos maravillosos de mi primer campeonato fuera de España ya en 2002, examen para entrar en el proyecto de árbitros jóvenes europeos que Óscar y yo conseguimos aprobar al ser designados para aquella final del Campeonato del Mundo Escolar de Tesalónica. O nuestro partido debut en ASOBAL, que coincidió con el partido inaugural del imponente Quijote Arena en Ciudad Real, con el maestro Juan de Dios en el banquillo y un Arrate dirigido por Jorge Dueñas. Recuerdo hasta partidos de entrenamiento en Gáldar, que subíamos a pitar entre semana siendo críos y a los que tanto tengo que agradecer. Son recuerdos que están dentro de mi bolso ya no de arbitraje, sino de vida, y que siempre me acompañarán.

Especiales fueron las dos finales de Champions League en Colonia, las dos únicas veces que no hubo equipo español clasificado para esas F4, con el increíble Veszprém - Kielce entre ellas, que se decidió a los penaltis tras las prórrogas. El sueño cumplido fue la final olímpica de Río 2016, con un 7 contra 6 de Dinamarca contra Francia desde el saque de centro que nos resultó exigente del todo. Recuerdo muy bien nuestra primera final en España, la de la Copa ASOBAL del 2008 en el Palau Blaugrana entre el Barcelona y el Ademar: ¡vaya tensión, vaya partido! Ahí crecimos mucho como árbitros.

O un Valladolid - Ademar en un Pisuerga hasta la bandera que se decidió por un error arbitral nuestro en el último segundo; semanas sin dormir del todo fastidiado después. Un hueco especial tiene el partido de cuartos de final entre Suecia y Dinamarca en un abarrotado pabellón de Herning en el Mundial 2019, en el que me lesioné el tendón de Aquiles en el minuto 38 y aguanté como pude porque tenía claro que no me sacaban de la cancha ni la policía. Y también mi último partido en un Europeo, la semifinal del 2020 en Suecia entre Noruega y Croacia con dos prórrogas.

Elegir uno entre tantos partidos complicados, trascendentes, de relevancia mediática... ¿Pero acaso alguno no lo es? Da igual el nivel, los equipos o la competición. Para quienes entrenan y compiten, su partido es el más relevante de todos y para los árbitros nuestro partido más importante siempre tiene que ser el siguiente. Así he tratado siempre de tomarlos yo, y así intento transmitirlo ahora.

Pero si debo elegir uno solo entre tantos, aún a riesgo de ser injusto con otros partidos o momentos que han marcado mi trayectoria, me quedaría con la primera final de un Campeonato del Mundo masculino que he arbitrado, la celebrada en Malmö, Suecia, en enero de 2011 entre Francia y Dinamarca. Aquel partido supuso un antes y un después en muchos aspectos. Sin duda para nosotros, para Óscar y para mí, porque éramos la pareja más joven de todos los árbitros que había allí, era nuestro primer mundial absoluto masculino y era del todo improbable que se pudiera pensar en nosotros para dirigir la final. Pero también fue un partido especial por cómo se desarrolló. Los mundiales anteriores, Alemania 2007 y Croacia 2009, habían sido campeonatos duros, de defensas toscas, mucha infracción, mucha interrupción, muchos partidos trabados. La imagen de Karabatic cara a cara con Balic, desafío que tanto circuló, podría resumir un poco la atmósfera de aquel último mundial, con muchas situaciones que se acercaron al juego un tanto violento.

Suecia 2011 marcó otra etapa y la final fue el máximo exponente de ella. Defensas más limpias, salud de los jugadores más protegida, juego más rápido, intenso, espectacular. Premiar de forma acertada las buenas defensas, buenos criterios de faltas en ataque, protección de los extremos, de los contraataques, lanzamientos espectaculares, porterías impresionantes... Las estrellas de cada equipo brillaron con luz propia. Fue un partidazo que se resolvió en la prórroga, con un lleno hasta la bandera de aficiones entregadas y respeto exquisito entre todos, en la pista y fuera de ella. Para mí, sin duda, es un partido que recoge todo lo que el balonmano representa; espectáculo, deportividad, respeto, competitividad, diversión, intensidad, sacrificio. Imposible no estar enamorado de este deporte al haber tenido la suerte de vivirlo desde dentro. Mi partido histórico. 


PARTIDO COMPLETO


Mundial-2011-SWE FRA-DEN 37-35 - Final - Malmö

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