Final del Campeonato del Mundo Túnez-2005
España-Croacia 40-34 (Rades, 06.02.2005)
Qué mejor protagonista que Luis Miguel López para abrir esta sección. Cuántos partidos históricos de nuestro deporte habrá narrado el bueno de Luismi, innumerables, muchos de ellos están en este blog. Creo que por méritos propios la "voz del balonmano" se merece ser el primero, y por eso está aquí. Gracias Luismi, por tu ayuda y colaboración. @PartHistBM
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Luis Miguel López |
Escribir te da identidad, te relanza a la realidad a través del pasado. Convoco a mis recuerdos situaciones que se quedaron ancladas en un puerto imaginario y que con la escritura vuelves a recuperar. Quiero volver a un lugar del que parece que nunca me fui del todo. Ha pasado mucho tiempo que me ha permitido recuperar en mi memoria, secuestrada por la melancolía, un día donde el éxito de muchos colmó de felicidad a un colectivo que dejó atrás sus miedos, complejos de no llegar a ser, para demostrar al mundo y así mismos que lo habían conseguido.
6 de Febrero de 2005. Una fecha del pasado, un día que ya no es pero que con la escritura queremos emplazar en el recuerdo. Pabellón 7 de Noviembre. Rades. Túnez. España escribe la página más bella y hasta entonces inalcanzable. Aquel día que ya no es, un grupo de deportistas iba a alcanzar su Olimpo. Hacer posible lo imposible, hacer real lo irreal, la victoria más grande jamás conseguida. Era un sueño del que nadie quería despertar. ¡Campeones del Mundo!
En el 2005 ya vivíamos presionados por la falta de éxitos. Nuestro deporte estaba sometido al yugo del oro y el balonmano todavía estaba lejos de esa exigencia más mediática que real. Juan Carlos Pastor era nuestro seleccionador improvisado por una situación federativa que estaba rodeada de negros augurios. Una vez más nuestro balonmano acudía a una gran competición entre dudas e inseguridades.
Japón, Australia, Suecia, Croacia y Argentina fueron nuestros rivales en la primera fase. Solamente una derrota ante Croacia y clasificados a segunda fase con Alemania, Serbia y Noruega. Llegaba la hora importante donde nuestro equipo con un rendimiento irregular iba sorteando obstáculos. El empate contra Serbia con un gol final de Mateo Garralda nos creó incertidumbres, paranoias y dependencias peligrosas ya sufridas en pasados campeonatos.
Pero algo estaba sucediendo en los rincones ocultos de la fortuna. Vlado Zola, portero croata, evita en el último segundo el empate de Serbia. Esa acción deja a España dependiendo de sí misma ante Noruega para entrar por la lucha de las ansiadas medallas. Esa mano tendida de la fortuna, ese guiño cómplice de la competición y de su propia esencia, nos daba alas que permitió tras arroyar a Noruega comenzar un sueño del que nunca quisimos despertar.
Nos quedaba un escalón. Túnez. El anfitrión que había alcanzado las semifinales como muchas veces ocurre por un malintencionado/obligado cumplimiento de los organizadores por el bien del espectáculo y recompensa del esfuerzo económico. La prueba se saldó con sobresaliente. España dando espectáculo con un maravilloso balonmano conseguía entrar por primera vez en su historia en una final de campeonato del mundo.
Y llegó el momento. España-Croacia. Nuestros rivales eran los campeones olímpicos. Una constelación de estrellas con Ivano “maravilla” Balic al frente. Ellos eran la realidad y a su lado nosotros éramos el sueño. Me preparé el partido como uno más aún a sabiendas que no lo era. Mis notas estaban reflejadas en el papel. Croacia nos había impedido en Portugal dos años antes la final mundialista. No se ganaba a los croatas desde hacía cinco años cuando en Zagreb y en el europeo, se les derrotó 21-22. Demasiado tiempo para creer, muchas derrotas, siete consecutivas, que nos dificultaban soñar.
Junto a Quico López Balcells iniciamos una transmisión muy especial. Era la narración de un momento histórico, era el apoyo de la palabra a una sinfonía de juego que desde el inicio nuestra selección iba interpretando ante el asombro generalizado y la incredulidad de unos rivales atónitos que tan solo pudieron ser partícipes y espectadores de lujo de un juego brillante, acompasado, táctico que sin grieta alguna pudo navegar hacia el puerto de la gloria.
Todos recordamos aquel triángulo mágico, Alberto Entrerrios, Chema Rodríguez, Rolando Urios. Goles, combinaciones, 7 metros. Todo salía bien. Pero no podemos olvidar la gran actuación de Hombrados en portería, la aportación defensiva de Juancho, Garabaya. Los contrataques del “artista” Juanin Garcia, sus 10 goles. Nuestro gran Mateo Garralda o la buena primera parte de Mariano Ortega. En realidad todos Albert, Deme, Fernando, los que se quedaron fuera de la convocatoria como Raúl y Davis, fueron los grandes artífices de una felicidad que nos fue envolviendo a todos.
Sin duda ha sido la transmisión que ahora desde mi despúes, en mi isla particular, recuerdo con más cariño, con más ilusión. Se unía el éxito deportivo y el prurito profesional de haber contado lo que hasta entonces nos parecía un imposible. Arriesgué, a veinte minutos para el final ya dije que éramos campeones. Que íbamos a vivir y disfrutar de los más largos minutos de la basura en la historia de los mundiales. No era un sueño, era una realidad para la historia. Aquel 40-34 dio paso a una explosión de júbilo, lágrimas, recuerdos, imágenes grabadas que todos los enamorados de este deporte hemos visionado en multitud de ocasiones.
Y nos despertamos. La competición no vive de recuerdos. Han llegado más éxitos pero yo me quedé en aquel lugar del que parece que nunca me fui del todo y que he querido sacar de mi memoria secuestrada por la melancolía. Donde el balonmano español dejó atrás sus miedos, complejos de no llegar a ser, para demostrar al mundo y a sí mismos que podían.
Luis Miguel López
@Luismilopez5
PARTIDO COMPLETO