jueves, 8 de octubre de 2015

25 años del debut del Puleva Maristas en ASOBAL

Raúl Romero
El pasado día 6 de octubre se cumplieron 25 años del debut del histórico Puleva Maristas de Málaga en la LIGA ASOBAL, fue allá por 1990, en la I Edición de esta competición. Nuestro buen amigo Raúl Romero, malagueño de pro y un enamorado de nuestro deporte, ha realizado el artículo que muy amablemente nos ha hecho llegar, donde se recogen anécdotas e historias contadas por algunos de sus protagonistas.

Gracias Raúl por tu aportación, prometo publicar un partido de este histórico equipo.



Se cumplen 25 años del debut del Puleva Maristas en la Liga Asobal

Málaga, 4 de octubre de 2015.  El próximo martes 6 de octubre se cumplirán 25 años del estreno del Puleva Maristas en la máxima categoría del balonmano español. Su ingreso en la Asociación de Clubes Españoles de Balonmano (ASOBAL), coincidió con la primera edición de la que a partir de entonces pasó a denominarse Liga Asobal y sus protagonistas nos cuentan detalles de aquel momento. 

Puleva Maristas (1990/91)

Juanjo Fernández comandó la nave que logró el ascenso de categoría en Teruel (mayo 1990) y meses después saltaba al Pabellón del Colegio Maristas, en calle de la Victoria, con un equipo plagado de jóvenes promesas y con un solo fichaje extranjero, Laszlo Tengely. Tras aplazarse la primera jornada por una huelga arbitral (los colegiados peleaban por la derogación de un artículo que nos les permitía arbitrar a partir de los cincuenta años), los colegiales jugaron contra Cajamadrid y Teka a domicilio, por lo que el ansiado debut en casa no se produjo hasta el 6 de octubre de 1990 ante el Michelín de Valladolid. Los Ortega, Maza, Velasco, Quino, Gatell y el fallecido Pepelu Pérez Canca se estrenaban ante una afición entusiasmada, que abarrotó la instalación. “Lo primero que se me viene a la cabeza es el marcador averiado. Tuvimos que buscar a un jugador en la grada para que con un marcador manual situado en una de las esquinas de la pista llevase los tantos” comenta Juanjo. Aquel joven era Francisco Fernández Celestino “Celes”, “sería cadete en aquel momento y el marcador que le dimos era de esos manuales que pasa los cartones con los números de uno en uno”, afirma el técnico. “Fue una semana especial por todos los acontecimientos. El pabellón estaba lleno con la `fiel infantería´, como llamábamos a los equipos de cantera”, comenta Ernesto Ruiz, segundo de Fernández y preparador físico del conjunto malagueño. Para Antonio Gatell, pivote del conjunto malagueño, fue increíble. “Era mi primer partido en División de Honor. Me incorporé tarde a la plantilla. La intensidad que yo llevaba era brutal. Estaba cargado de energía. Estaba fuera de mí. Me golpearon en la cabeza, me abrieron una brecha y no me quería salir del campo. Bordas, el húngaro del Michelín, me pegó un codazo y me hizo una brecha grandísima. Yo no me quería ir, el árbitro me miraba y yo me limpiaba la sangre para que me dejara jugar. A los pocos minutos Ortega se me acercó llorando, detrás venía Quino, para decirme que tenía que salirme. Pude jugar así cinco minutos y salí con el pantalón totalmente lleno de sangre de limpiarme la mano constantemente” comenta Gatell. 

La directiva, también de estreno.

“La directiva no nos exigía nada, era la primera directiva de la sección de balonmano. Fue el primer año en el que el Club Maristas se dividió en secciones y baloncesto y balonmano tenían sus propios dirigentes” comenta Ernesto Ruiz.

“El pabellón estaba a reventar. Los equipos de la base tenían que ir obligatoriamente a los partidos perfectamente uniformados. Alejandro Marfil se encargaba durante la semana de pasar por los equipos de base a recaudar algún dinero para ir a Carrasquilla a comprar papelillos y serpentina con los que ambientar el partido” explica Ruiz.

Música y calentamiento en el vestuario.

“Antes de los partidos reuníamos a los jugadores en el salón de actos para ponerles distintos fragmentos de la película de Rocky, veíamos la parte más emotiva, cuando se cae, cuando gana” explica Fernández. “Importamos cosas del rugby. Las reuniones del equipo antes y después de los partidos, la piña y el calentamiento intenso dentro del vestuario… Salíamos a la pista a veces pasados”, comenta Ruiz. “Recuerdo que ganamos de tres. El Michelín era un histórico del balonmano español y fue un partido muy difícil. Defendimos bien la segunda mitad y anotamos muchos goles de contraataques”, analiza Juanjo Fernández. “Después de los partidos siempre había un tercer tiempo, o comidas o cenas de equipo según la hora del encuentro y reuniones que o bien hacíamos en la Venta Garbey, el Jaral o en La Cristalera en el Rincón de la Victoria” expone Ruiz.

Juan José Fernández, Antonio Gatell y Ernesto Ruiz

Buena parte del peso del proyecto recayó en la familia García-Recio. Feliciano había cogido el timón de la sección de balonmano y “casi siempre contemplábamos desde casa como llegada el autobús del equipo rival para seguidamente iniciar el camino a pie por Barcenillas hacia el pabellón” relata Manuel García-Recio, el menor de sus tres hijos. “Mi padre, en cambio, acudía con muchísima antelación. El acceso por calle Barcenillas era muy curioso. Los vehículos aparcaban hasta en tercera fila, no había espacios libres. Después una puerta pequeña y una escalera empinada daba la bienvenida a nuestros rivales” recuerda. “No teníamos taquilla y nos apañábamos con un pupitre en la misma entrada; tuvimos que habilitar puntos de luz y un tablero extendido en la primera fila de la grada para que los medios de comunicación pudieran trabajar” explica. “Sin duda era el pabellón más pequeño de la categoría, con el bombo encima del banquillo contrario y la serpentina cayendo sobre jugadores o sobre el bote de la ´pega´ del rival”, comenta. “Era fácil ver a algún hermano Marista asomar la cabeza por la puerta pequeña de emergencia y atravesar por detrás de la portería para ver el partido. Además se empezó a fomentar la disputa de pequeños partidos entre nuestros equipos de base durante los descansos, lo que también garantizaba un importante aforo del público” recuerda Manolo.

El equipo luchó por la permanencia en una segunda fase y salvó la categoría con holgura. Después llegaron los mayores éxitos, los fichajes de renombre como Valery Gopin o Yukov y la disputa de la Copa Asobal y la Copa del Rey. En 1995 el club malagueño renunció a la categoría por falta de apoyos económicos.
Raúl Romero
@raulromeroj

Acta del primer partido: Puleva Maristas - A.C.D. Michelín
 

1 comentario:

  1. Aquel partido fue la culminación de un sueño hecho realidad para todos aquellos que crecimos en Maristas con la ilusión de llegar a División de Honor y que dio lugar a 3 maravillosos años disfrutando de nuestra pasión por el Balonmano. Nunca lo olvidaré. Felicidades por la web...Grandes recuerdos para todos los que amamos y crecimos con el Balonmano.
    Antonio Gatell
    http://enrisalinas.com/atletico-de-madrid-de-balonmano/

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